viernes, 11 de julio de 2008

"Aun no se es tan viejo como para ser joven"...


Nunca se es tan maduro como para sonreírle a tus nietos, y salir al parque, jugar canicas y comer helados…

Es solo estar en posición de niño… ver en su mirada ese resplandor de pureza e inocencia… ese antojo por golosinas y chocolates…

Es cierto que los años no llegan solos y que el cuerpo se marchita a cada pasar de horas… que pierdes esa flexibilidad y energía como para saltar, correr...
Y que hablar con tus muñecas y ser su madre por diez minutos no están divertido y tan fácil como antes, pues ya no son de plástico ni algodón… ahora son de carne y hueso…

Con el transcurso de los días sientes que la felicidad se escapa de tus manos y se oculta en las sombras de la tarde… una tarde melancólica que se atreve a traer silencios… pero… ¿acaso no es el mejor momento para abrazar a tus seres queridos y hacerles sentir tu presencia?...

¿No es ahora cuando debes darles ánimo… y demostrarles que cada lágrima que se derrama en la tristeza es aliviada por grandes privilegios y alegrías?...

¿Y que uno de esos privilegios es pertenecer a la vida y que puedes obtener de ella virtudes y experiencias… incluso nacer nuevamente?...

“Un cuerpo viejo es imposible de evitar… pero el alma rejuvenece con tus ganas de vivir”…

¿Por qué dejar perder las ilusiones y no imaginar que la vejez es solo la primera etapa de tu vida… y que detrás de ella habrán más carcajadas y melodías de tranquilidad?...

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